REFLEXIONES DE UNA SOLTERA

OPERACIÓN MIEDO
Cada vez es más fácil acostarse con alguien que dormir con esa persona. Es más accesible lo superficial que lo profundo, y esto es una muestra más de esa evidente afirmación.
Si echáramos un vistazo a la vida de las generaciones pasadas, podremos tacharlos de machistas, de no haber conseguido estudios, de clasistas, de ser a veces rebaños de un dictador... pero todos consiguieron algo que muchos universitarios, rebeldes, solidarios, postmodernos ... de ahora no alcanzamos soñar... Miedo, quizás sea la respuesta a ese Por Qué que ronda nuestras mentes. Miedo a perder lo que supuestamente nos ha costado conseguir con “nuestro esfuerzo”.. conseguir un trabajo indefinido, que en época de crisis y por capricho de un empresario capitalista no tiene más valor que cualquier otro tipo de contrato basura; mérito de haber empapelado nuestra no-casa con facturas y letras de hipotecas, junto a las del coche, las de la máquina andadora, la moto, el viaje aquel a Jordania,... enriqueciendo solidariamente a los bancos con nuestros caprichos y necesidades creadas; miedo a perder nuestra libertad, manifestada con la dependencia esclavizada a una disciplina autoimpuesta por una dieta, una tabla de ejercicios del gimnasio, la moda,... Un miedo infundado que roza lo absurdo y materialista, pero que no nos deja ver más allá de nuestro ombligo, y cuando nos damos cuenta de la soledad que nos deja, sentimos estar hundidos, vacíos.. y recurrimos a fármacos antidepresivos, psicólogos reyes de la introspección que nos dicen lo que ya sabemos pero con palabras más técnicas, sesiones de yoga, filosofía asiática,... para volver a construir una felicidad fingida.
Unas sábanas revueltas que recuerdan un momento de placer y una compañía, una relación íntima fugaz que nos aporta el calor de otra persona, pero en un campo acotado por ese miedo. Nos volvimos promiscuos por el terror a comprometernos a una persona, a no saber elegir alguien que nos merezca, sentir que controlas la situación... fingir que tienes vida sentimental confundiéndola con la vida sexual. Jugar a esquivar, un juego sin reglas donde las fichas se comen entre ellas sin piedad, donde los dados alejan a unos y otros, y donde me cuento veinte por no quedarme en casa hasta que salga un cinco.